viernes, 18 de abril de 2014

BREVE CRÓNICA DE UNA CRISIS: UNA UNIVERSIDAD DE LOTÓFAGOS (RESUMEN PARA UNIVERSITARIOS DUMMIES)

«Oh Adán: no te he dado ningún puesto fijo, ni una imagen peculiar, ni un empleo determinado. Tendrás y poseerás por tu decisión y elección propia aquel puesto, aquella imagen y aquellas tareas que tú quieras. A los demás les he prescrito una naturaleza regida por ciertas leyes. Te marcarás tu naturaleza según la libertad que te entregué, pues no estás sometido a cauce angosto alguno (...). Tú mismo te has de forjar la forma que prefieras para ti, pues eres el árbitro de tu honor, su modelador y diseñador. Con tu decisión puedes rebajarte hasta igualarte con los brutos, y puedes levantarte hasta las cosas divinas». Pico Della Mirandola: Discurso sobre la dignidad Humana.

Lo que ha ocurrido, valga la pena repetirlo, es que, bajo una crisis de legalidad iniciada desde hace más de cinco años (desde antes de 2008 a través de formas típicamente perversas del poder: distorsiones, manipulaciones, postergaciones y omisiones), dos resoluciones profundizan en esta situación, la primera (la 3300 en G.O. de noviembre de 2008) dando continuidad a las autoridades anteriores violando el reglamento interno de la Uney sobre todo, el art 104), y la segunda (la 1375 del 5 de septiembre de 2011)  destituyendo a las anteriores y nombrando nuevas autoridades súbitamente y de nuevo violando el reglamento interno y la Ley de Universidades vigentes.

Desde entonces, descabezada, sin ideas y sin libre albedrío,  esta Universidad ha funcionado sin Consejo Universitario que, según la ley, haya sido democráticamente elegido por la comunidad, (aparte de la ausencia de otras instancias que debieron haberse elegido también) lo cual es una gravísima irregularidad. Y, paralelamente a esto y, quizás, a causa de ello mismo, se ha testimoniado una merma y una disminución progresiva de la calidad del funcionamiento de la misma en todos sus aspectos hacia un estado de marasmo cada vez más total: en su funcionamiento administrativo, en los servicios, en el desarrollo de actividades académicas y culturales, en la infraestructura, en el desarrollo docente, en la creación artificial de cargos e incorporación ilegal de nuevo personal, etc.

 A partir de allí, se han manifestado algunos signos de inconformidad que han venido creciendo y ganando la adhesión de la gran mayoría de toda la comunidad universitaria. Pero en el transcurso de los dos últimos años, y ante expectativas cada vez más defraudadas de una rectificación, la comunidad universitaria se ha venido organizando y cohesionando cada vez más alrededor de asambleas generales, pidiendo, no cambios ni restitución de nombres de autoridades sino de actitudes, procedimientos y estructuras. Todo lo cual está expresado en la exigencia de tres puntos esenciales: 1. Democratización de todos los procesos. 2. Autonomía universitaria, según la Ley, para decidir sobre sus autoridades. 3. La normativización de todos sus procesos y funcionamientos para evitar los abusos y los desvíos de sus funciones esenciales. Cuando se quiera identificar a quienes se benefician deshonestamente de este desorden estructural, sencillamente comprueben quienes son los que se oponen, ignoran u obstaculizan la realización de estas tres peticiones.
Por iniciativa de la misma gente y de la comunidad (en donde se unieron por igual, distintas posiciones políticas, lo cual demuestra que el origen de la crisis no es político) se ha presionado a las autoridades para que, en primer lugar y antes que todo, se constituya el Consejo Universitario, como vía inicial y obligada para la solución del resto de los problemas habidos, pues, mientras no exista dicho Consejo, queda bloqueada la posibilidad de avanzar en todo su desarrollo, además de que la mayoría de las decisiones son ilegales y se estaría incurriendo en delito de violación de las leyes vigentes, toda vez que el CU es la máxima autoridad de la Universidad y no la Rectora.

Las autoridades, en un nivel puramente verbal, ya han aceptado públicamente la necesidad de que se constituya dicho Consejo pero no proceden de conformidad con ello  y se niegan a aceptar a  los representantes elegidos sin formalizar siquiera de una manera clara y concreta sus objeciones. Esto preocupa mucho a todos en la Uney porque dicha actitud radicaliza y extiende innecesariamente dicha crisis, pues, si bien verbalmente dicen que no se niegan a que se constituya dicho Consejo, la actitud que muestran se presta para desconfiar de esta afirmación.

 Lo decimos porque en más de un año y siete meses, este problema se ha hecho visible por iniciativa de los integrantes de la comunidad, pero las autoridades no han tenido ninguna iniciativa sincera para solucionar esto lo más pronto posible ni dejan ver acciones que demuestren sin dudas un deseo verdadero de solucionarlo.

Son ellos quienes han debido convocar a todas estas elecciones prestando todos los recursos requeridos para constituir estos órganos tan vitales y son ellos quienes han debido acelerar todos los procesos debidos. Pareciera que el hecho de que, sin Consejo Universitario, la mayoría de las decisiones del Consejo Ejecutivo sean ilegales y que violar las leyes constituya delito, no les preocupara en absoluto. Pues están más cómodos sin Consejo Universitario permaneciendo en sus cargos y tomando decisiones, muchas veces triviales, casi siempre ilegales o que no solucionan los problemas principales, de espaldas a la comunidad.

No han mostrado una clara voluntad de solucionar urgentemente este problema, a través de gestos y acciones, que vayan más allá de lo puramente declarativo o de la pura retórica, cuando sólo bastaba buena voluntad, un elemental sentido ético de lo justo y lo legal, una mayor identificación con el destino de la Uney y una mayor capacidad de comprensión de lo que una crisis significa y de cuál ha de ser la actitud más positiva frente a ellas.

El desapego y la falta de identificación con el ser más profundo y esencial de esta universidad, queda también a la vista en el hecho de que a más de un año y siete meses (en abril de 2013), ni desde su llegada como advenedizos a la Uney, dichas autoridades no han tomado posición, ni han profundizado en un contacto más cercano con la comunidad. Ni se han dignado a realizar y hacer un diagnóstico de la situación encontrada, ni han elaborado el más mínimo informe. Ni han expresado bajo ninguna forma, cuál es su concepto de universidad, ni cuáles son sus planes ni qué metas esperaban alcanzar según hayan sido sus aciertos y sus debilidades.

Esto explica el marasmo y la falta de ideas en la Universidad actual y, en lo sucesivo, la falta de horizontes y, más que el deterioro de lo que fue, el olvido absoluto de lo que pudo ser: los falsos universitarios caminan entre los escombros de un jardín como entre ruinas que ignoran de qué son.


(Abril de 2013)

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